lunes, 28 de noviembre de 2011

ROCANROL, MILITARES Y ESTUDIANTES: EMILIO MASSERA EN LA UNIVERSIDAD DEL SALVADOR


EL DIA QUE MASSERA HABLO DEL ROCK


En el posteo anterior hacía referencia a la desconfianza con la que las cupulas militares observaban al rock y a la juventud en general. Con claridad, tanto los músicos de la corriente como los seguidores e intelectuales cercanos al movimiento eran considerados un “elemento peligroso” para el proyecto de los generales en el poder. Pero hasta 1977, nunca estas visiones se habían puesto de manifiesto explícitamente en público.

En Noviembre de ese año, el almirante Emilio Massera dio un discurso en la Universidad del Salvador, e instó a no seguir el ejemplo de los jóvenes "que se inician en el rock y derivan en la guerrilla". Lo que Massera decía marcaba un antes y un después en la vida de la cultura rock en medio de la dictadura. En aquel discurso, se comenzaba por resignificar el sentido de la universidad: “En una etapa de la historia del hombre que se caracteriza por un impulso hacia la fragmentación, la universidad debe constituirse en el centro vital que reagrupe la información pluralista, para devolverla procesada en el sentido de unidad y no de diversidad.” (...)

Para luego alertar sobre la situación de la juventud: “Los jóvenes se tornan indiferentes a nuestro mundo y empiezan a edificar su universo que se superpone con el de los adultos sin la menor intención (al principio) de agredirlo deliberadamente. Es como si se limitaran a esperar con toda paciencia la extinción biológica de una especie extraña e incomprensible; mientras, hacen de sí misma una casta fuerte, se convierten en una sociedad secreta a la vista de todos, celebran sus ritos (la música, la ropa) con total indiferencia y hoy buscan siempre identificaciones horizontales, despreciando toda relación vertical (…)

"Después, algunos de ellos trocarán su neutralidad, su pacifismo abúlico, por el estremecimiento de la fe terrorista, derivación previsible de una escalada sensorial de nítido itinerario, que comienza con una concepción tan arbitrariamente sacralizadota del amor, que para ellos casi deja de ser una ceremonia privada. Se continúa con el amor promiscuo, se prolonga en las drogas alucinógenas y en la ruptura de los últimos lazos con la realidad objetiva común y desemboca al fin en la muerte, la ajena o la propia, poco importa, ya que la destrucción estará justificada por la redención social que algunos manipuladores (generalmente adultos) les han acercado para que jerarquicen con una ideología, lo que fue una carrera enloquecedora hacia la más exasperada exaltación de los sentidos” (...)

Finalmente, el almirante que ya por aquellos años comenzaba a autoproclamarse como “el político” dentro de la Junta de Gobierno, daba un cierre a su discurso con un silogismo en el que nuevamente aparecían las razones que guiaban su accionar: “Estoy verdaderamente persuadido de que la malversación del pensamiento y la inestabilidad de los valores en la gente joven son las consecuencias más destructivas de la llamada crisis de seguridad que definen a nuestra época” (...); mientras invitaba a los jóvenes a construir una “República concebida como una estructura Moral y una estructura Cultural destinadas a contener y expresar a una comunidad” (...)

Ahí estaba la juventud roquera. Esa lectura que Massera hacía de la situación joven hacia finales de 1977 daba cuenta de que una vez eliminado, o al menos herido de muerte, el campo de la militancia armada en la juventud, había que comenzar a prevenir riesgos. Y el rock era algo peligroso. Sus ideas, sus rituales, sus basamentos de permanente quiebre generacional no eran algo muy bien visto en aquella argentina de finales de década.

¿Cuál era, en realidad, la juventud que "formaba" el país militar?...Con el correr de los años, la realidad en materia educativa iba a complicarse cada vez más. Una encuesta aparecida en la provincia de Santa Fe revelaba que el nivel de la educación media en la argentina disminuía a paso acelerado, los jóvenes “leen cada vez peor”, sentenciaba aquel informe. La realidad en los secundarios se acercaba cada vez más a las conductas y costumbres castrenses: uniformes, marchas militares, cabellos muy cortos para hombres, correctamente recogido para las mujeres. Los jóvenes ordenados marcialmente brindaban el espectáculo con el que los militares afirmaban sus objetivos relacionados con el orden y el control.

El rock, la juventud, la vida estaba en otro lado.


..............


MASSERA: HONORIS CAUSA
EN LA UNIVERSIDAD DEL SALVADOR (USAL)


(Tramos extraídos textualmente de http://sur.infonews.com/notas/los-secretos-de-bergoglio-y-massera)

El cardenal porteño Jorge Mario Bergoglio hizo nombrar al Almirante Cero como doctor honoris causa en la Usal.


Ocurrió el 25 de noviembre de 1977 cuando él integraba la plana mayor de la Universidad del Salvador.

Ese día, la Usal otorgó al jefe de la Armada, Emilio Eduardo Massera, el título de “doctor honoris causa”, en una ceremonia pública. Los datos de esa distinción al Almirante Cero desaparecieron misteriosamente de los archivos de la Universidad porque allí constan las firmas de quienes lo propusieron y cuáles eran las motivaciones para doctorar a un genocida. Pero, el cardenal hoy no recuerda el decisivo papel que jugó en ese homenaje al mandamás de la Marina.

Esa tarde, Bergoglio escuchó a Massera pronunciar un ampuloso discurso sobre la indiferencia de los jóvenes, el amor promiscuo, las drogas alucinógenas y la “derivación previsible” de esa “escalada sensorial” en “el estremecimiento de la fe terrorista”. Con una sonrisa en los labios, el dueño y señor de la Esma también aseguró que la Universidad era “el instrumento más hábil para iniciar una contraofensiva” de Occidente. Aunque aplaudió fervorosamente, el discreto Bergoglio no subió al estrado. Sí lo hicieron sus fieles discípulos de Guardia de Hierro, la poderosa organización paramilitar en la que Bergoglio militaba desde 1972 y que posteriormente intervino en la apropiación de los bienes de los desaparecidos.

domingo, 27 de noviembre de 2011