(REPRODUCCION NOTA PUBLICADA POR Agencia Regional de Noticias. Firma: Nazareno Nacho Panella)El D.J. Cosmopolita
Nacido en Argelia, Karim Beldjoudi Beldjoudi Kohn pasó gran parte de su infancia en Rivadavia, adonde vuelve cada vez que su ajetreada vida se lo permite, es que en ese departamento del este mendocino están sus amigos de la infancia y parte de su corazón.
En una de esas visitas es que aproveché la oportunidad de conocer un poco de que se trata eso de girar por el mundo haciendo bailar a la gente.
El sustantivo de cosmopolita no es caprichoso, es la manera mas locuaz que encontré para definir el estilo de la música que dispara desde las bandejas y también el que mejor le va en el estilo de vida que karim lleva. Después de su infancia en Rivadavia, su familia decidió regresar a Argelia cuando el tenia quince años, las vueltas de la vida lo llevaron a Barcelona donde conoció a Manu chao con quien entablo una gran amistad y después de trabajar como tour manager de los entonces argentinos “Che Sudaka” empezó a musicalizar el bar que Manu puso en Barcelona. Con el tiempo, hacer bailar a la gente con la más variada música del mundo se convirtió en su sustento y su estilo de vida. Hoy karim, de recientemente cumplidos veintiséis años es uno de los mejores cuatro D.J. en su estilo que hay en el mundo, según la publicación francesa de Rolling Stone y puede tocar tanto en un local de la Arístides como en la convención de presidentes de Sudamérica y el Caribe (C.E.L.A.C.).
Nazareno Panella: Contáme un poco que recuerdos tenés de tu infancia en Rivadavia:
Karim: Los recuerdos son bastos y muy gratos. Desde volver a pasear por la calle San Isidro que está muy cambiada hasta ver la escuela Bernardino, en la que cursé la primaria. Yo nací en Argelia y por cosas de la vida, mi familia vino a Rivadavia cuando yo tenía cinco o seis años. Mi madre trabaja en médicos sin fronteras y le pareció muy bien parar de viajar un poco para criarnos aquí. Fue muy guapo pasar mi infancia en Rivadavia. Del tenis al lago y después a jugar al poli, todo lo que ha hecho cualquier chico de Rivadavia. Hasta que cuando yo tenía quince, mis padres deciden regresar a Argelia y de paso sacarnos un poco, porque yo creo que es una edad justa para conocer el mundo sino te quedas atrapado en la vida pueblerina y como que te aplacas un poco. A los dieciséis llegue a Barcelona y descubrí toda la movida musical.
N.P.: ¿Ahí te encontraste con la world music?:
K: Llegué en el momento justo. Cuando todo se estaba gestando. Las economías en Latinoamérica no estaban muy bien y España explotaba de inmigrantes. Barcelona siempre se caracterizó por recibir a grandes artistas. Desde Dalí a Picasso. Había una gran movida cultural enriquecida con inmigrantes de todo el mundo. En ese crisol aparecí yo y todo se dio naturalmente, es como si y tú estás en Mendoza y no te tomas un vino. Si estás en Barcelona es imposible no interesarte por la movida cultural y musical.
N.P.: ¿Cómo fue que conociste a Che sudaka? (banda oriunda de Argentina, formada actualmente por tres argentinos y dos colombianos):
K: Yo tocaba el pandero en el metro y allí los conocí, tocando en la calle para ganarse la comida del día y las cervezas de la noche. Luego empezaron a aparecer gran cantidad de grupos como Sargento García, Color humano, Ojos de brujo. Éramos como un gran barrio. Parábamos en la mítica plaza “el tripi” de Barcelona. Ahí se empezó a gestar una movida musical en la que en una banda había un saxofonista ruso, un bajista coreano y un cantante argentino. Como todavía los chicos de Che sudaka no tenían papeles no podíamos salir de gira y por esa época Manu chao hizo el disco “La colifata” (compilado de bandas de diferentes partes del mundo hecho para ayudar a la radio que funciona en el hospital psiquiátrico El borda) y eso nos ayudó mucho. Porque antes pasábamos la gorra y se hacía difícil pero con ese compilado, que tenía un costo de dos euros y que nosotros vendíamos a diez, podíamos sobrevivir muy bien. No solo nosotros sino también muchos músicos latinoamericanos que así podían ayudar a sus familias que habían quedado en América.
N.P.: Luego empezaste como tour manager de “Che Sudaka”…
K.: Si. Les hice una par de giras por Europa y al tiempo pudimos venir a la Argentina en donde les armé una gira de treinta y cinco fechas en cuarenta días. Gambit, bajista de Radio bemba y Manu chao fue el productor de Che sudaka y en cierta forma el nos inculcó la idea de trabajar en grupo, en cooperativa.
N.P.: Mano negra, Todos tus muertos y Fabulosos cadillacs fueron pioneros en hacer world music. Hoy existen sellos como “Putumayo records” que te dan la posibilidad de escuchar y conocer músicas de todo el mundo…
K: Puedo hablarte de Mano negra que es lo que conozco con más profundidad. Ellos nacieron en el under de París, se conocieron tocando en el metro y en la periferia de esa ciudad te encontrabas con gente de muchos países bien diferentes, africanos, sudamericanos, gitanos… para ellos esa mezcla fue muy natural y no es que la buscaron deliberadamente. Sin duda que Mano negra fue pionera en la world music. Hoy muchas bandas se están metiendo en el folklore y en eso Manu chao tiene mucho que ver. Muchos lo denominan como el Bob Marley del siglo 21 y para mi es más activista que Marley por el hecho de andar por los países y meterse de lleno en las problemáticas de cada lugar. Aquí en Argentina vino a tocar a Zanon (la fabrica recuperada) y en Mendoza al barrio “La gloria”. Es un tipo muy comprometido con sus ideales que no viaja en primera clase y no anda con súper modelos.
N.P.: ¿Cómo pasaste de ser tour manager de “Che sudaka” a D.J.?:
K: Durante las giras había juntado muchísimos discos que te van regalando en cada lugar, estábamos en Barcelona, era invierno y Manu chao quería poner una sala para hacer conciertos. Con Arturo Moreno Díaz (tour manager de Manu chao) salimos a buscar una discoteca para alquilar y encontramos un lugar que había funcionado como cabaret llamado “New York club”. El lugar había sido el primer cabaret de Barcelona y era muy grande. Recuerdo que nos pidió seis mil euros por noche. La primera noche la hicimos con Amparanoia y dejamos dos mil quinientas personas afuera. No había D.J. y ahí empecé…
N.P.: De pura casualidad…
K.: Si. En esa época el término D.J. estaba muy relacionado con la electrónica, te hablo del año 2003, 2004. Aparte del D.J. de sound system jamaiquino, en los guetos del rock no existía la figura del D.J. De a poco empecé a pedirle a las bandas que me dejaran abrir sus conciertos y así la gente se fue acostumbrando. Después me instalé en Marsella y descubrí la chanson francesa, también había mucho hip hop y drum & bass. Todo eso lo incorpore a mi repertorio de reggae, ska y rumba flamenca. Luego vinieron los viajes por Latinoamérica y el abanico se hizo mucho más amplio.
N.P.: ¡Te anticipaste a la crisis europea!
K: No es que me considere un visionario pero en cierta forma me la vi venir. El río debe correr para que el agua no se estanque y con veintidós años entendí, que debía volver a Latinoamérica, que había mucho por hacer y aprender aquí.
N.P.: ¿Y dónde te instalaste en Latinoamérica?
K.: Al principio me vine a Mendoza. Aquí me recibió la gente de Simpecao que son ya como mi familia. Me costó que en los lugares para tocar entendieran que era un D.J. que no pasaba electrónica pero ahora que he vuelto por aquí descubro que se han abierto muchas puertas y “Fauna” por ejemplo mezcla electrónica con cumbia con mucho éxito en el público. Hoy la mayoría de los D.J. de Creamfields (la más importante fiesta de música electrónica del mundo) están haciendo folklore.
N.P.: Es que en los ritmos folklóricos hay cosas muy ricas para trabajar…
K.: Si y en la cumbia también. Y pensar que antes eran estilos muy bastardeados dentro del rock, eran vistos como “grasas”…
N.P.: Lo que pasa que si uno compara la cumbia colombiana con lo que se ha hecho aquí, es fácil decir que es una música sin mucha elaboración, aunque no es culpa de la cumbia, sino de los músicos que la tocan mal…
K: De los músicos y de los productores que han bastardeado el género. Yo venía con música árabe y de los Balcanes y en los boliches me iba realmente mal. Fue todo un trabajo que se entendiera lo que hacía. Un trabajo que recién ahora está dando sus frutos. Después de un año en Mendoza, partí a Bolivia a buscar un poco de misticismo y me quede un año en La paz.
N.P.: ¿Allí produjiste un disco de huaynos?
K.: De huaynos y tinkus. Con un personaje que se llama Michael Gonzales y es como el Santaolalla peruano. Después volví a Mendoza y con Tamburini, el dueño de Aloha y Cristian de “fauna” empezamos a hacer las fiestas gitanas y la cosa explotó.
N.P.: En varios discos estas como invitado, ¿Como trabajas con el tema de las colaboraciones?
K.: Generalmente se da por cuestiones de amistad, no es que haga trabajos por encargo, cuando hay onda con los músicos me pasan las grabaciones con las pistas abiertas y las voy trabajando.
N.P.: ¿Tenés algún conocimiento musical o sos autodidacta?
K: Tengo un conocimiento de lo que son los compases pero lo mío es básicamente digital. En estos tiempos es como si pudiendo mandar un mail, seguís mandando cartas escritas… aprendí mucho de estar siempre con las bandas girando de aquí para allá, pero lo mío es digital.
N.P.: Últimamente has estado en Colombia, que se ha hecho un polo cultural muy importante, casi como Buenos Aires o el D.F. mexicano…
K: La música caribeña siempre fue fuerte en Puerto Rico, Jamaica y Cuba. De ahí se exportaba al mundo. Hoy Colombia es parte de ese tridente. Por su situación geográfica Colombia tiene los dos océanos y de cada uno de ellos toman distintas influencias musicales. Aparte están orgullosos de sus raíces y su folklore siempre fue muy importante para ellos. La música extranjera no pudo callar a la cultura aborigen y hoy hay todo un resurgimiento de esos ritmos autóctonos. Con todo el tema de las F.A.R.C. y la guerra contra el narcotráfico, mucha gente emigró hacia Estados Unidos y Europa. Allí escucharon rock y hoy que han vuelto a su país lo están mezclando con su folklore, creo que Colombia está muy arriba en su nivel musical y no hablemos de Brasil porque directamente es otro continente…
N.P.: Me venias contando que después de Europa, vino Latinoamérica, ¿Cómo te metiste con la música balcánica y la música árabe?
K.: Todo empezó en Barcelona. Ahí hay muchos marroquíes y yo me llamo Karim Beldjoudi Beldjoudi Kohn, no Juan Pérez. Entonces por mi nombre me asociaban a esa música y así fui conociendo, y la música de los Balcanes me llego a través de los serbios y los gitanos que también andaban por Barcelona. Trabajé con grupos como Bébe o simpecao y eso me llevo al flamenco. En cada ciudad a la que llego me acerco a los grupos y si hago amistad, termino conociendo más en detalle la música de esa parte del mundo.
¿Y cómo ves a Mendoza en esta visita?
K: Veo como una vuelta de rosca en cuanto al folklore, Mariela Contreras dejó Simpecao y hoy hace folklore. Sandra Amaya hoy tiene la “Copla colectiva digital” y canta arriba de pistas con un bombo legüero y un charango. Marcelino Azagüate que realza sus raíces huarpes pero no por eso se quedó en el tiempo. Orozco-Barrientos gira por el mundo, todo un movimiento que está cambiando la música de Mendoza.
Algunos link para conocer más del trabajo de Karim:
http://www.youtube.com/watch?v=obnWaQNfjt8http://www.radiochango.com/castellano/artistas/DJ-Karim.htmlhttp://www.myspace.com/574831076http://www.cartelurbano.com/node/2313