Nota al percusionista Alberto Murillo en el Centro Cultural Néstor Kirchner, Capital Federal.
Recuerdos de su pasaje por el Este mendocino en tiempos del nacimiento
del rocanrol chacarero y del Grupo de Expresión "NOSOTROS".
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Algunas noches bajo la parra
El tango viene conmigo desde los 11 años en casa,
una finca en Rivadavia donde había un tocadiscos y un disco de tango encontrado con voces de hombres y mujeres, esto conjugaba con un escenario y micrófono improvisado por mis hermanas… los juegos de mi niñez representaban el mundo del tango, las letras se reconstruían una y otra vez en mi inocencia en mi voz…
Comienzo a estudiar con Mario Olivares,
guitarrista apodado “El fletacho”, todo un aprendizaje muy sui generis… bajo los parrales de las fiestas rurales y los ensayos interminables donde se sumaban, los vecinos, el que pasaba… eso era Rivadavia y yo enroscaba apenas un nombre entre letras y noches de tango… la Zurda Vaquer. Llegar a Mendoza por mi trabajo como docente fue conocer Las Heras y allí a Ini Ceverino, la primer y gran profesora de tango. A los 27 años ya me radico en Mendoza luego de muchas idas y vueltas. A lo largo del camino puedo nombrar y agradecer a maestros del Tango con los cuales he grabado: David Elias, Oscar Funes, Ernesto Calvo, Pedro Gascón, Edgardo Guerra, Luis Martinetti. Y por supuesto no puedo olvidar a Daniela Bajuk una profesora con la cual tuve la suerte de seguir creciendo.
Desde hace unos 7 años entre formaciones
clásicas junto Adrian Piña comenzamos a autogestionar nuestras presentaciones.
Trabajar un estilo, conservar un espacio propio
y continuar en la autogestión es arduo, pero tiene su recompensa en el público.
Al tango lo relaciono mucho con el Blues,
simboliza lo visceral, tanto en la poesía como en lo musical.
Hay tangos que me permiten desarrollar mi estilo más que otros
y eso es una búsqueda continua: Julio Sosa, el Polaco… La Tana Rinaldi, ella ha sido y es una referente muy fuerte desde lo artístico, técnicamente es impecable con su voz.
Y claro Rosanna Falasca…su pérdida me devasto, conocí ahí la pérdida de un artista.
Si puedo reconocer en mí una década serian la de los 30’-40’ es lo que me gusta,hay tangos de los 20’ que me movilizan como es “De mi Barrio” cuando lo canta Rosita Quiroga. No puedo dejar de lado a ningún compositor Cadícamo, Homero Manzi, Aníbal Troilo y claro…Cátulo Castillo. Te dejo el alma de los techos porque fui eso que habitó el cielo de un gorrión... Hay tangos que son de uno, cuando escucho lo distingo desde su poesía, es decir que tenga que ver con el arrabal, la pintura suburbana… conmigo. Junto con el mensaje hay pasiones y eso en el tango debe y es visceral, no hay otra manera para mí.
Cuando uno tiene una elección, en mi caso el tango con su historia social,
el anclaje como lucha y resistencia ante la vida, adhiere y nombra mi propia historia… Entonces la vibración en cada letra de lo interpretado en los tangos establece una conexión única. Hoy veo el camino realizado, a partir del vínculo con mi público, en su respeto y emoción, más firme más claro.
Tango sin el cual no hay repertorio: La ultima curda. Tango que me costó
muchísimo lograrlo, me significa la explosión más pasional que puedo compartir. |