viernes, 7 de diciembre de 2012

HACIENDO PATRIA: SERGIO FIGUEROA FIGUEROA

(REPRODUCCION NOTA PUBLICADA POR Agencia Regional de Noticias. Firma: Nazareno Nacho Panella) 

Haciendo patria con Sergio Figueroa Figueroa


A días de la distinción por parte de la Legislatura de la provincia de Mendoza como "Expedicionario al desierto blanco Argentino", el médico de San Martín cuenta su experiencia Antártica

Muy pocas persona pueden contarle a sus nietos esta aventura. La estadística en nuestro país seria aproximadamente de cinco en un millón. Ir a la guerra debe ser algo parecido, aunque nadie puede elegir vivir esa experiencia. Simplemente, la Nación te necesita y nadie te pregunta hasta que punto llega tu patriotismo. Ir a la Antártida y vivir allí por más de un año, es una elección en la vida para la que hay que estar un poco loco. El doctor Sergio Figueroa Figueroa es oriundo de San Martín y también es Rivadaviense por adopción.

Fue en Rivadavia donde curso la escuela secundaria y donde le quedaron para siempre ese grupo de amigos que el azar de la vida le dio en su adolescencia. Tal vez por eso reparte su trabajo entre el Hospital Saporitti y el Perrupato. Su especialidad dentro de la medicina es la ofmatologia y confieso que mientras escribía esta entrevista soñaba con que el Doctor Figueroa Figueroa me prestara por un rato sus ojos para ver lo que vio cuando paso catorce meses en la Base Belgrano de la Antártida, allá por el año 97. Quien sabe porque, quince años después, la Legislatura de la provincia de Mendoza le otorgo un reconocimiento por su acto patriótico.

Hace unos años fue la Nación quien también puso en valor su argentinidad. Seguramente, a lo largo de estos años, miles de personas han sido curados de sus problemas de visión por este médico Sanmartiniano, sin saber que conoció el último refugio del planeta en donde la codicia humana todavía no entra. O todavía no ejerce. A lo largo y a lo ancho de nuestra bendita Nación, Figueroa Figueroa hizo patria en el fin del mundo y en esta entrevista, como lo hará con sus nietos, nos cuenta su historia….

ARN: ¿Cómo se dio la oportunidad de viajar?

Sergio Figueroa Figueroa: Tengo un familiar que le ha dedicado gran parte de su vida a la Antártida. Es militar y llego a explorar el polo sur en el año 2000. La presidente Cristina Fernández de Kirchner en persona, le hizo entrega del grado de General y Sable Corvo. También es de San Martín, se llama Víctor H. Figueroa y siempre hemos estado en contacto, él fue quien me aviso de la posibilidad de ir a la Antártida a través de la Dirección Nacional del Antártico, que se encarga de todo lo referido a las investigaciones científicas.

ARN: ¿Qué función tenías en la delegación?

S.F.F: Yo fui como medico de una base llamada General Belgrano. Junto a un enfermero, estábamos encargados del servicio de salud de las veintitrés personas que componían la expedición. Generalmente la gente que hace este tipo de experiencias tiene una preparación especial. Conmigo viajó gente que había estado en Bosnia, eran cascos azules o gente de las Fuerza Armadas, especializados en alta montaña. El resto de la delegación éramos civiles y tuvimos que hacer un curso de preparación en el que fuimos a Bariloche y nos enseñaron técnicas de supervivencia, de rescate en grieta y otro tipo de capacitaciones que te permiten estar preparado ante cualquier eventualidad.

ARN: ¿Eras parte del grupo explorador?

S.F.F.: Normalmente estaba en la base pero sucedió una situación que me obligo a salir: El equipo explorador, que se encargaba de trazar un camino para llegar al polo, tuvo un accidente a treinta kilómetros de la base y tuvimos que salir a auxiliarlos.

ARN: Imagino que recorrer 30 Kilómetros de la Antártida no es igual a recorrer 30 Kilómetros de aquí…

S.F.F.: Es algo completamente distinto. Hay muchas grietas, pasas sobre agua congelada corriendo el riesgo de que el hielo se quiebre. Por suerte, ya contábamos con GPS y en un lugar donde supuestamente no había nada, estaba el refugio. De las dos casillas, una estaba tapada en nieve y de la otra solo se veían 20 centímetros. Allí cavamos e hicimos noche. La única referencia material que teníamos eran las cañas de colihue que son las que te van señalando el terreno.

ARN: ¿Cuánto tiempo estuviste?

S.F.F.: Catorce meses

ARN: ¿Como es un verano en la Antártida?

S.F.F.: Antes que nada hay que entender que la superficie de la Antártida está dividida en dos partes, como si habláramos del Chaco: Tenés el Chaco impenetrable y el Chaco donde está la civilización. Allá tenés la parte norte de la Antártida que sería la parte “civilizada” en donde tenés la base Orcadas o la base Marambio que están más cerca de Ushuaia. Esas bases tienen día y noche. En pleno verano el día (la luz del sol) dura veinticuatro horas y en invierno pasa lo mismo con la noche. En la base donde yo estaba la noche duro cuatro meses y en función a como estaba la luna eran las actividades. Si había luna llena se podía salir al exterior. En el verano es todo lo contrario y son los meses en los que más se trabaja. Entre otras cosas, se hacen estudios de las auroras australes, de electromagnetismo, de la capa de ozono o relevamiento de la flora y la fauna aunque hay muy poca. Todas esas investigaciones se hacen en conjunto con otros países. En el caso nuestro se trabajaba en conjunto con Alemania, Italia y España.

ARN: ¿Y como fue la convivencia al estar “encerrado” tanto tiempo con la misma gente?

S.F.F.: Es muy parecido a Gran hermano. De hecho se hacen estudios de conducta humana. Algunos van por vivir esa aventura única, otros por su pasión científica y otros porque están en una etapa mística de su vida. Dentro de todo, la convivencia se hizo bastante llevadera. Por darte un ejemplo de lo que es vivir en la Antártida, hay algo muy particular con el agua. Hacia donde mires hay agua, pero está congelada y para usarla hay que salir a picar hielo. De ahí sale al agua para la alimentación y para higienizarse. El agua del baño se recicla y se vuelve a usar y nos podíamos bañar cada dos días durante cinco minutos. Mientras más agua usas, mas horas hay que trabajar para juntar más agua picando hielo… Volviendo a la convivencia hay algo que te queda para siempre y es el hecho de trabajar en equipo. Aprendes que todos son igual de importantes, desde el cocinero hasta el científico. Todos dependen de todos y trabajas en una forma tan organizada que cuando volvés te encontrás con cosas cotidianas que te hacen rabiar muchísimo…

ARN: ¿Es rentable hacer el viaje? Hablando desde tu profesión…

S.F.F.: Depende mucho del gobierno de turno, si fuera por la plata, me convenía mas quedarme trabajando en forma particular. Hay que tener un grado de locura muy especial para ir...

ARN: ¿Cuántos son los argentinos que viajan por año?

S.F.F.: Aproximadamente deben ser 150 personas distribuidas en las distintas bases.

ARN: Debes sentirte un privilegiado…

S.F.F.: Por año viajan cinco médicos, asique imagináte. Tengo entendido que desde que se hacen las expediciones, somos cuatro los médicos mendocinos que hemos ido. Con los años, entendí que no es fácil ir. Que son pocos los que se aventuran…

ARN: ¿Y qué fue lo que te motivo a viajar?

S.F.F.: Por un lado, siempre fui un poco rebelde y tenía el sueño de conocer África o de hacer un viaje, de vivir una experiencia única. Y cuando se dio esta oportunidad no lo pensé dos veces.

ARN: De alguna forma, tal vez sin saberlo, hiciste patria…

S.F.F.: Las expediciones en nuestro país no tienen presupuesto para hacer investigaciones de punta. Es más, cada vez el presupuesto se recorta más. Pero lo esencial es hacer soberanía, plantar bandera para que si alguna vez el continente se libera, la Argentina pueda tomar posesión de esas tierras…

ARN: Cuando eso pase, el depredador humano hará lo suyo…

S.F.F.: Cuando viajé ya se hablaba de cambio climático y de la desaparición de los glaciares. Vos me preguntabas sobre el verano y durante mi viaje se produjeron las primeras lluvias en años de presencia humana. Entiendo también que eso responde a cuestiones cíclicas y que seguramente hace miles de años se produjeron lluvias en ese lugar…

ARN: ¿Volverías a ir?

S.F.F.: En algún momento de mi vida, si se dan las condiciones, me gustaría a volver a la Antártida. Hace poco escuche una frase que decía: “Viajar a la Antártida es como tener un hijo”. Cuando una mujer tiene un hijo, tiene sensaciones que solo entiende quien alguna vez fue madre. Con la Antártida pasa lo mismo, porque hay cosas que solo entiende el que ha viajado a ese lugar.

Para la Agencia Regional de Noticias, Nazareno Panella
otramusica@hotmail.com

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